viernes, 3 de abril de 2009

SUPER REUNION "REVOLUCIONARIA" HISTORICA.

Ayer se produjo la cumbre más importante desde la Conferencia de Yalta: medidas profundas, un día que pasará a la Historia, la mayor inyección económica de todos los tiempos. Veamos.

Tres son las decisiones que generan el entusiasmo descrito:

-Se va a dar un billón de dólares al FMI y otros organismos recibirán también lo suyo. Como no se ha anunciado reforma alguna del FMI, suponemos que hará lo mismo que hasta ahora, pero con más dinero. Y lo que ha hecho hasta ahora es comprar para occidente países pobres: se le concede un crédito a un Estado que está en las últimas y que necesita una limosna. A partir de ahí, la usura somete al país: se le exige que asuma la política económica más neoliberal (esa que vemos superada con esta crisis). En algunos casos se ha forzado a la subida del precio del pan por decreto (hace unos años hubo revueltas en Jordania por ello), porque el FMI no acepta el rancio intervencionismo que rebaja el precio de los alimentos básicos. En los últimos años algunos países latinoamericanos han conseguido deshacerse del yugo del FMI. Venezuela, por ejemplo, ayudó a Argentina a pagar su deuda, lo cual ha permitido a Argentina respirar, tener autonomía y poner en marcha un país que estaba al borde del abismo. Esto molestó muchísimo en occidente. Este billón, a falta de mayores reformas, será una mejora del sistema de chantaje. Ahora es difícil comprarse países a mil euros, pero a lo mejor con dos mil euros volvemos a conseguirlo.

-Se promete una reforma del sistema financiero mundial, consistente en una regulación de los fondos de alto riesgo. Estupendo. Estos fondos son la causa más visible de la crisis estadounidense, pero no necesariamente de la mundial. En España, por ejemplo, la especulación que ha causado el desastre ha sido la de la vivienda, no la de los fondos. Ocurre que la desregulación de los fondos ha supuesto el desastre para una porción de la clase alta, mientras la especulación con la vivienda ha conllevado la imposibilidad de ejercer el derecho a techo por parte de quienes no podían andar especulando con un bloque de pisos aquí y una urbanización de chalets allí. Es un ejemplo: el sistema se basa en la nada y lo radical no es vigilar la nada, sino empezar a trabajar con algo. Sólo se ha anunciado que se hará más fiable el sistema de especulación que han utilizado las grandes fortunas estadounidenses. No parece que los seres humanos de carne y hueso tengamos grandes motivos para festejarlo.

-Se anuncia una lista negra de paraísos fiscales. No está mal: ahora falta qué van a hacer con esa lista. ¿Alguna medida real contra los paraísos fiscales? En cualquier caso, el problema no son los paraísos fiscales, sino que la globalización ha puesto en marcha un sistema de competitividad fiscal a la baja entre los Estados. Si usted es una gran fortuna danesa y quiere pagar menos impuestos, no tiene más que trasladar su capital a España, que es una especie de paraísito fiscal europeo (es uno de los países con menor presión fiscal de nuestro entorno geográfico). Así que si Dinamarca quiere conservar esa fuente de ingresos tendrá que bajar sus impuestos (léase: reducir su estado social). El problema no son los paraísos fiscales, sino la competencia fiscal. Avanzamos hacia la moneda única, tenemos organismos reguladores del comercio, pero nadie se plantea una armonización fiscal. Sin ella, todos somos paraísos fiscales. Todos deberíamos estar en esa lista.

Llevaban tanto tiempo absortos, mirando con la boca abierta cómo se desmoronaba el sistema económico que con tanto esfuerzo (ajeno) habían levantado, que una reunión con tres decisiones bastante escasas (y persistentes en algunos errores) nos resulta revolucionaria, histórica, brillante y genial. Dentro de seis meses decidirán que la lista de paraísos fiscales se va a ordenar alfabéticamente: será otra decisión histórica. Y seguirá sin servir de nada.

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